Por Rafael Marco, misionero en Níger.
Una sociedad en plena evolución
La mayor parte de mi vida misionera la he pasado en Benin desde que llegamos Jose Ramón y yo en septiembre de 1970, pero tuve la ocasión de hacer varios viajes por Niger donde me llamó la atención las relaciones cercanas y amistosas entre cristianos y musulmanes.
La comunidad cristiana era pequeña, apenas 1% de la población, pero fue surgiendo espontáneamente en diversos puntos y etnias del país; entre los songhay de Dolbel, los gurmantchés de Makalondi o hausa de Dogon Dutchi incrementadas por cristianos venidos de Burkina Faso o Benin.
Relaciones de amistad
Sorprendía oir hablar al obispo Berlier de la “pastoral de la estera” para animar a los suyos a crear relaciones sencillas y fraternas con los musulmanes, construir una capilla a San Abraham como padre de la fe de unos y otros, estampar el sacrificio de Isaac en el frontispicio del altar de la catedral o rezar a Santa María, madre de Jesús, en lugar de madre de Dios, por facilitar caminos y diálogos.
Gestos sencillos de fraternidad, pero sobre todo maneras de relacionarse en amistad y confianza como lo expresa la hermanita Ria en su testimonio, que me parece muy elocuente.
Esa Iglesia con su gente y su manera de evangelizar y relacionarse me sedujo, y más después de haber pasado un tiempo sabático en Tamanrasset y Assekrem siguiendo los pasos de Carlos de Foucauld; así es que en cuanto tuve la ocasión de venirme a Niger no lo dudé.
Entre la duda y la desconfianza
No ha sido un aprendizaje fácil. Después de estudiar el songhay tuvimos que dejar Tera, la primera misión que se nos confiaba, por cuestiones de seguridad, poco después Isidro y Pepe tuvieron que abandonar Torodi por el secuestro de nuestro compañero Pier Luigi a pocos kilómetros de allí, además hubo la quema de iglesias y casas de religiosos en Niamey después de la publicación de dibujos jocosos sobre Mahoma en la revista Charlie Hebdo que completó un panorama bastante inquietante.
El ambiente social había cambiado en poco tiempo con la aparición del yihadismo, no en todos los corazones, pero sí en el clima social: las mujeres alargaron sus vestimentas y las opiniones se radicalizaron al mismo tiempo que crecía la desconfianza entre todos.
Centinela, alerta y observa
¿Qué hacer? ¿Qué actitud tomar? Tuvimos un encuentro los sacerdotes de la diócesis tomando como referencia al profeta Ezequiel 33, 7: “Te he puesto como centinela…” Nada más y nada menos en una situación tan delicada. Debatimos, hablamos, examinamos… para concluir en lo esencial del Evangelio que será siempre el compromiso por los más pobres y las víctimas de la sociedad que es lo que intentamos hacer aquí con los que sufren de la hambruna. Ya llevamos un montón de toneladas de arroz distribuidas discretamente entre las familias más humildes de Dosso desde octubre pasado y nuestra consagración a los niños y adolescentes invidentes, repudiados por la sociedad de Gaya y Dosso que seguirán siendo el objetivo fundamental de nuestra misión.
Dosso, 1 de abril de 2024
Foto: El conjunto de sacerdotes de la Diócesis de Niame