21/12/17, Nacimiento del niño Jesús en Chad
Podría haber nacido un 24 de diciembre. Desde luego era Nochebuena, como buenas son las noches que vivimos aquí en esta época del año con un momento climatológico bastante apacible. Terminaron las lluvias y las temperaturas son moderadas, algo frías las noches para ellos, chadianos, suavemente frescas para nosotros, españoles, pero nada que ver con el frío del diciembre de nuestra tierra. Buena es, sin duda, esta noche, con un cielo estrellado «a reventar» de belleza. Paz, sosiego después de la intensa jornada. No sopla ni una brizna. Solo el sonido exótico de algunas aves nocturnas y, de cuando en cuando, el zumbido de algunos insectos. Los niños y jóvenes del Centro ya se han dormido con sus esperanzas intactas. Seguro que sueñan. Ellos sueñan y esperan, siempre esperan. Es buena la noche como en la Nochebuena.
Maria y José iban camino a Belén. A intentar resolver una cuestión de «papeleo». Un imperativo promulgado por el emperador, que era el mejor a la hora de imponer imperativos. Pero el imperial decreto suponía un importante trastorno para la gente, especialmente para los pobres. Aquí, ahora, es lo mismo. Los papeleos son dificilísimos, larguísimos y costosísimos. Por poner un «poner», para hacer el equivalente a nuestro DNI, obligatorio para cualquier otro papeleo importante, es necesario viajar a Yamena, lo que normalmente supone un desplazamiento largo en distancia y tiempo así como unos costes enormes para el lamentable estado de los bolsillos. Y, como la gente no puede gastar en inscripciones lo que necesita para comer, pues no hay estadísticas ni registros fiables y las dificultades administrativas bloquean muchas posibilidades de desarrollo personal y comunitario. Así que para atender edictos imperiales sobre censos aquÍ los pobres deben ir también a Belén/Yamena.
José iba a pie y Maria a lomo de un burro. Al menos eso es lo que imaginamos y representamos tradicionalmente. Maria estaba embarazada en muy avanzado estado. Aquí en Chad no es normal ver a marido y mujer -hombres y mujeres- caminar juntos. En muchas situaciones de la vida diaria se tienen marcadas las diferencias y las separaciones. Así que de aquella imagen completa de José y María camino de Belén solo me sale la asimilación a tantísimas mujeres embarazadas -que diríamos que es el estado en el que podemos encontrar más generalmente a las mujeres en edad fértil- a las que veo caminando por estas rutas, a veces con mucho calor, en medio de polvaredas, a veces bajo la lluvia, incluso antes del amanecer o después de la caída del sol, cargadas y hasta con bebés colgados a sus espaldas. Impresionante el camino diario hacia la navidad de las mujeres chadianas. No tengo dudas: en este tiempo la Virgen va conversando con ellas por esos caminos.
Maria y José buscaron dónde dormir esa noche, pero nadie podía alojarlos, estaba todo ocupado. Esto me evoca a los inmigrantes que no son aceptados y a los «sintecho». Pero no son esos los problemas notables de Chad. El fenómeno de la emigración no se da apenas aquí. Los chadianos, inexplicablemente aún para mí, no emigran. Pienso que pueden haber razones burocráticas, de situación geográfica o de seguridad fronteriza; y lo que me desconcierta es que no noto, en lo poco que aún conozco, que muestren ese deseo o sueño. Y no sé si lamentarlo o celebrarlo. En cuanto a la cuestión de los sintecho, aún no me he enterado de nadie que no tenga dónde cobijarse. Aquí funciona la solidaridad familiar extensa. Por lo que sé, quien tiene problemas de alojamiento siempre encuentra a cualquier pariente que le ofrece choza y estera. Es bastante normal que una familia tenga a varias personas acogidas. Y desde el punto de vista de un forastero, como soy yo, puedo afirmar con rotundidad que me han acogido muy bien, mucho mejor de lo que esperaba. Peor suerte tuvieron José y María. Tal vez hoy, aquí, a pesar de la pobreza que existe, serían bien recibidos.
Seguramente, alguien de buena voluntad les prestó un establo para que pasaran la noche y José acomodó el lugar de forma urgente, como pudo. Y María esa noche tendrá a su hijo, el que se llamará Jesús. Sucedió lo más grande en el lugar más insospechado, más recóndito, más olvidado, más ignorado. Se me ocurre que Bayaka en Kelo, Chad, sería un buen sitio para nacer Jesús hoy día de aquella misma manera. Por pobre, sencillo y descartado por parte de todos no quedaría. Pastores hay muchos. Establos, ni te digo. Gente humilde y de buena voluntad, la mayoría. Improvisar un acomodo urgente es la especialidad de las mujeres de aquí. Corazones a la espera de paz, amor y liberación, a millares. Ángelitos, por no ir más lejos, cincuenta y uno tenemos en nuestro Centro dispuestos a hacer coro de danzas y tantanes y a gritar la buena nueva. ¿A qué esperas, Señor?
Un nuevo rey ha nacido, dijeron los Reyes Magos, unos sabios de verdadera sabiduría, que llegaron desde diferentes partes del mundo guiados por una estrella muy especial. Y le regalaron a Jesús oro, mirra e incienso. «Hacia Él confluirán todos los pueblos de la tierra» Pues sí, también hay sabiduría y sabios y estrellas especiales. Este humilde pueblo le reconoce y le adora. No tienen regalos de los que se compran -aquí ni Corte Inglés, ni Carrefour, ni siquiera tenderetes de paseo de parque, ni carta a los Reyes-, tienen de otro tipo de ofrendas. Y necesita su Reino, verdadero espacio y tiempo de amor, justicia, paz, libertad, VIDA.
En Chad viviremos con felicidad esta otra Navidad.
Para todos la deseamos así.
FELICIDADES DE TODO CORAZÓN.