Madrid, 26 de noviembre de 2025
Queridos amigos y familiares,
Eric, el responsable de nuestro proyecto con los niños invidentes de Níger, nos manda esta experiencia que le ha marcado mucho y que, a mi entender, nos revela varias cosas que debemos tener en cuenta:
- Lo complicadas que pueden presentarse las cosas, los proyectos en África: hacer venir de Guinea Ecuatorial un joven ciego formado por la ONCE en España para que nos ofrezca un plan de formación que no existe en Niger.
- Los trámites burocráticos que se eternizan, los costes económicos…
- La zozobra e inquietud en que se puede vivir ante una reglamentación incierta.
- La fuerza y determinación de estos jóvenes marcados por una misión, por un proyecto en el que creen y por el que son capaces de sacrificarse al extremo.
En realidad, me parece un ejemplo de todas las vicisitudes y dificultades por las que hemos tenido que pasar para llevar a cabo este proyecto y la energía que nos procuran estos niños marginados cuando se sienten libres y queridos,
Un abrazo fuerte,
Rafael
Una experiencia nueva
¡Hola! Os escribo estas líneas con bastante emoción:
Emprendí un viaje a Cotonú desde Gaya (Niger) con un profundo sentido de responsabilidad y esperanza. Mi misión era dar la bienvenida y acompañar a Carlos Daniel, un joven venido especialmente de Guinea Ecuatorial, invidente, y formado por la ONCE, en España, para acompañar a los niños ciegos de Dosso y Gaya en su formación y ofrecerles un programa pedagógico bien estructurado. Este proyecto me ilusionaba, era mucho más que una simple visita: era un paso importante en la formación de estos niños que merecen todas las oportunidades que no existen en Niger.
Cuando conocí a Carlos Daniel en Cotonou, sentí en él la misma determinación, el mismo deseo de servir y aportar algo valioso que yo había experimentado. Emprendimos el viaje por carretera con entusiasmo, convencidos de que nada podría detener esta noble misión. Pero a veces el destino nos recuerda que el camino hacia el bien nunca está exento de obstáculos.
Cuando llegamos a Gaya, nuestro viaje cambió abruptamente de rumbo. La policía nos detuvo para controlar los papeles. Algo sin importancia que se convirtió en una experiencia estresante y angustiosa. Nos podían echar por tierra el proyecto. A pesar de nuestras explicaciones, Carlos Daniel tuvo que volver al Benin y esperar en la ciudad fronteriza de Malanville. Verle marchar cuando estábamos tan cerca de nuestro destino fue un momento difícil, casi como una derrota.
En Malanville (Benin) tuvo que esperar ocho largos días. Ocho días de incertidumbre, esperanza y oraciones, mientras esperaba su visado de entrada a Níger. Cada día parecía durar un poco más que el anterior. Pero Carlos Daniel nunca perdió el ánimo. Su paciencia, fe y compromiso han sido una inspiración para mí.
Finalmente, cuando le entregaron el visado, fue como una luz tras un largo túnel. Pudo volver a Niger, decidido a cumplir la misión que había venido a realizar. Este viaje, plagado de pruebas, nos ha enseñado que cuando una acción se realiza con entrega y por el bien de los demás, nada puede detenerla.
Ahora, más que nunca, me doy cuenta de que cada obstáculo que superamos fortalece nuestro compromiso con los niños ciegos de Dosso y Gaya. Y esta experiencia quedará grabada en mí como testimonio de perseverancia, fe y dedicación. Recordaré este viaje una y mil veces.
Eric U-K®


