Consagrar mi vida

Por Rafael Marco, misionero en Níger

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Zaragoza, 15 de abril de 2025

Queridos amigos, colaboradores y familia,

Estamos en plena Semana Santa y aunque no sea muy litúrgico os presento el testimonio de Joliane, una joven de la comunidad cristiana de Dosso que quiere consagrar su vida a los niños invidentes de la ciudad como oftalmóloga después de pasar un tiempo en contacto con ellos.

Me comentaba un día que su madre la llevaba a Misa siendo muy niña, apenas un bebé, y en cuanto la comunidad se ponía a cantar ella se subía al estrado y delante del altar se ponía a bailar con todas sus energías delante de todos y, una vez terminado el canto, ella se bajaba llorando.

Os presento este testimonio porque me parece muy a propósito en este tiempo de Semana Santa en el que celebramos cómo el Hijo de Dios ofrece su vida por nuestra salvación, ella la ofrece como la misión que Dios le confía.

Rezamos por ella y por todos los que consagran su vida por los demás.

                            Un fuerte abrazo y feliz Pascua florida,

                                                        Rafael

Consagrar mi vida

Joliane es una joven nigerina, veinteañera, que espontáneamente se puso en relación con el grupo de niños invidentes de Dosso con los que pasaba largas horas hablando, participando en sus manualidades, echándoles una mano en sus necesidades y que ahora se prepara como oftalmóloga por ellos.

La misión que Dios nos confía

La ayuda que pueda aportar a los niños invidentes con mis competencias en la salud da sentido a mi vida y la posibilidad de realizar mi futuro, porque no es un simple sueño para mí sino una misión.

En un momento dado no me quedaban perspectivas, no me quedaban oportunidades para continuar mis estudios y adquirir competencias para dedicarme como quería al servicio de las personas con problemas de salud de todo tipo, quería ser médico, pero no tenía medios.

Estudios de oftalmología

Yo creo que es Dios el que nos confía una misión concreta y toda nuestra vida se desarrolla con ese objetivo de servicio a los que nos necesitan y con ese fin recibimos su ayuda y oportunidades que ni siquiera hubiésemos podido imaginar. A mí se me ha ofrecido la oportunidad de continuar los estudios, ahora en oftalmología, y eso me procura energía, y todavía más el hecho de conocer a las personas a las que me voy a consagrar, unos niños invidentes marginados por la sociedad y hasta por sus familias.

La ceguera es un problema de salud pública y económica importante, especialmente para nuestros países en vías de desarrollo que deja a muchas personas marginadas e inútiles, sin posibilidad.

Tenemos que hacer algo

Es una carga para el Estado, pero sobre todo para las familias que no tienen medios suficientes, ni reciben ayudas exteriores para unos gastos que nunca podrán realizar ni imaginar, porque son niños considerados malditos que se les abandona y condena a la mendicidad.

En Niamey vivo en casa de unas religiosas y entre ellas hay una con un problema de glaucoma. Apenas puede desplazarse por su visión limitada y me doy cuenta de que cada vez se siente más inútil y dependiente. Tiene sesenta años y no está totalmente ciega, pero su incapacidad, que va en aumento, la destroza.

¿Qué decir de unos niños o adolescentes con visión limitada o totalmente ciegos? Tenemos que hacer algo para que se sientan útiles en una familia y en la construcción del país, para que recuperen la vista, para que se sientan útiles, autónomos y felices.

Para ello es para lo que quiero consagrar mi vida.

DAKPO JOLIANE, estudiante en oftalmología.