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miércoles, diciembre 4, 2024
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La alegría que os comparto

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Por Rafael Marco, misionero en Níger

Queridos amigos, familiares y colaboradores.

Os quiero presentar el testimonio de Eric, que hoy es el responsable de nuestra misión, la institución “Kaariyan ma dumi” (Que la luz permanezca). Él está desde el principio de nuestra aventura, era mi profesor de “songhay” en Gaya, la lengua de aquel gran imperio africano, y juntos iniciamos este proyecto.

Quizá sea mucho testimonio en poco tiempo unido al de Dieudonné, pero insisto porque me parece importante conocer a sus responsables con las motivaciones que les animan. El proyecto no era fácil, no teníamos ninguna experiencia ni conocimiento del trabajo que nos esperaba, tuvimos muchas dificultades desde sus inicios, no contábamos con medios adecuados, pero el resultado y la actitud de estos niños invidentes nos animaba a seguir y a redoblar los esfuerzos.

Y esto fue gracias a la determinación de unos y otros para esforzarnos por estos niños marginados de la sociedad y que ponían toda su confianza en nosotros.

Creo que es bueno conocer lo que nos ha movido y nos sigue moviendo en la actualidad para consagrarnos a estos niños invidentes, los más pobres de la sociedad en uno de los países más pobres del mundo porque además creo que es la mejor garantía para que este proyecto tenga futuro sostenido por personas que lo hacen por vocación.

Un abrazo fuerte,

                                                                            Rafael

Mi testimonio

¡¡¡Hola!!! Es grande mi alegría esta mañana al escribirles. Después de un largo silencio vuelvo a hacerlo. Hoy me gustaría dar mi testimonio después de cinco años de trabajar por los niños ciegos en Gaya. Partiendo de la nada, ahora me he convertido en una fuente de información para los demás. Iniciado en enero de 2020, en Gaya, gracias al Padre Rafael aprendí a amar a estos niños con todo mi corazón. Al principio lo vi como una historia imaginaria, pero luego, con el aliento del padre Rafael y de un amigo mío, juez en Gaya, me di cuenta de que esa era mi vocación.

Convertido en padre

Hoy, un día sin estos niños me parece costoso y sinsustancia. Su sonrisa diaria aumenta mi alegría. He aprendido a familiarizarme con estos niños que cada vez que sienten mi presencia se alegran. Mi misión no es solo ayudarles a ser independientes, sino sobre todo que vivan como cualquier otro niño de la sociedad y de su edad. Me he convertido en un padre, en un amigo, en un confidente. Entre nosotros no hay un líder, ellos son los verdaderos líderes.

Por ejemplo, el lunes pasado fui al ayuntamiento a pedir la partida de nacimiento de un niño ciego que, desde su nacimiento, sus padres  descuidaron este documento tan importante para este niño. Tal y como ha previsto la ley, es el padre del niño el que debe ir a recoger el documento a pesar de que fui yo el que hizo todas las gestiones hasta obtenerlo. Desafortunadamente el padre del niño no vino ese día a buscarlo, así que acompañé al niño a la alcaldía para recoger el documento; entonces, para mi gran sorpresa cuando el alcalde le hizo la pregunta:

  • ¿Quién es este señor que te acompaña para ti?, el niño respondió:
  • Este señor es mi papá.

 El alcalde, como me conocía, me miró sonriente y me dijo:

  • Eric, la alegría que da la vida a estos niños está en tus manos, nunca dejes que alguien te diga lo contrario para desanimarte, solo Dios puede recompensarte. 

Me dieron ganas de llorar, pero bueno…

Hoy estoy comprometido a darlo todo por ellos porque ellos son mi vida.

Que Dios nos ayude a todos y nos dé el valor y la fuerza para cumplir juntos esta misión.

                                                                                Eric, de Gaya

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