Uno de los compromisos que asumieron los cristianos de la diócesis de Laï, cuando elaboraron el Proyecto pastoral diocesano, fue el de abrir un centro que acogiese a los niños en dificultad, huérfanos del SIDA y niños de la calle en particular, y les diese la posibilidad de aprender un oficio que les permitiese hacerse autónomos, desde el punto de vista económico, y poder así integrarse en la sociedad de los adultos, además de ser también artífices, con su trabajo, de la construcción de un mundo mejor.
La diócesis hizo una encuesta, con apoyo de UNICEF, sobre la situación de los niños huérfanos en Kélo, ciudad de algo más de 50.000 habitantes, la más poblada de la diócesis y la quinta del país. Se encontraron 3.800 huérfanos. La encuesta proporcionó además datos sobre familias vulnerables (económica, sanitaria o psicológicamente) o niños con discapacidades. Desde ASC acordamos colaborar en este proyecto con nuestro apoyo económico.
A la vista de estos datos, la diócesis se planteó la necesidad de actuar y responder a este grave problema. Por eso, en el año 2008 y por medio de ASC, presentó un programa al Gobierno de Aragón.
Queremos, en un primer tiempo, acoger a unos 30 adolescentes (mínimo 12 años) que no frecuenten la escuela, porque nunca lo han hecho o porque hayan dejado de frecuentarla. A esos adolescentes se les darán cursos de lengua francesa y de cálculo, para que tengan un mínimo de nivel escolar y puedan aprender un oficio y ponerlo en práctica, lo que les permitirá ser autosuficientes. Eso se hará a dos niveles: los que no sepan nada o casi nada y los que ya hayan hecho algunos años de escuela primaria.
Además de ese mínimo de formación intelectual de base, les queremos enseñar un oficio, para que cuando salgan del Centro puedan trabajar y ganarse la vida. He aquí los oficios que vamos a enseñar para empezar: agropecuaria, sastrería (corte y confección) y artesanado. En el futuro veremos si hay que añadir alguno más.
Para que aprendan bien la agricultura y la ganadería, que es lo que más se practica en la región, hemos montado una granja agropecuaria, que unirá la agricultura: cultivos alimenticios propios de la región, como son el mijo, sorgo, cacahuetes, arroz, etc. y hortícolas, frutas y verduras en particular, a la ganadería: ganado vacuno, ovino, caprino, gallinas, etc.
Esta granja y los pequeños trabajo manuales de sastrería y artesanía pensamos que darán unos beneficios que permitirán que el Centro llegue, poco a poco, a la autosuficiencia económica, que pueda ser rentable y no dependa del exterior.
Tras casi dos años de obras, el Centro empezó a funcionar en octubre de 2010. Hemos admitido a 30 chicas y chicos de los que se va a encargar un equipo compuesto por 3 educadores, enviados por los Misioneros de la Esperanza, un técnico agrícola, chadiano que vivirá en el centro con su mujer y su hijo, y un maestro chadiano con mucha experiencia. Hay otras personas (cocineros, peones…) que colaboran con el centro, ya sea de forma voluntaria o contratados.
El Centro está abierto a los jóvenes de alrededor para que los que allí se educan mantengan el contacto con la realidad de la región.